El inicio de un nuevo ciclo lectivo  genera también un nuevo espacio en el que docentes y alumnos deben convivir varias horas diarias. Relaciones que además se extienden a familias y entorno.  Este espacio de convivencia también abre la posibilidad de conflictos, que, cuando no tienen canales adecuados para su reconocimiento y  gestión pueden derivar en situaciones que afecten el desarrollo tanto pedagógico como institucional o en hechos de agresiones y violencia que afecten la calidad de la educación.

Las urgencias de lo cotidiano , la necesidad de innovar e incorporar las nuevas tecnologías al aula,  en ocasiones no permite visualizar la importancia de la convivencia y el “clima” institucional  que se manifiestan como silencioso telón de fondo de todas las prácticas docentes.


Con frecuencia, el tema de la convivencia, la prevención y gestión pacífica de conflictos entra en la «agenda» institucional o política cuando ocurre algún hecho grave que trasciende, generando una movilización con acciones que buscan imposibles impacto inmediato y que luego no se sostienen sistemáticamente en el tiempo.

Mejorar la calidad de la educación,-además de organizar, planificar, coordinar, repensar las prácticas docentes e incorporar nuevas tecnologías- requiere tener una mirada pro activa  sobre la calidad relaciones que se dan entre los actores institucionales y trabajar activamente en el reconocimiento,  prevención de algunos conflictos y el abordaje temprano de aquellos que no pueden ser prevenidos.

Es el caso que el docente enfrenta día a día situaciones más complejas que cuando no tienen canales adecuados de gestión genera nuevos focos de estrés y tensión que llevan a enfermedades y ausencias entre otras consecuencias y se incide en la calidad de la educación.

Debemos tener presente que conflictos hay y habrá siempre en las instituciones pero el “clima” y la “salud” institucional dependerá de cómo se aborden. Pero este abordaje necesita de un trabajo sistemático y permanente a nivel  del aula e  institucional que incluya al sistema educativo en su totalidad   promoviendo la convivencia pacífica y  detectando  en forma temprana los conflictos para abordarlos sin taparlos ya que lamentablemente muchas veces  cuando estallan con consecuencias graves en las instituciones son producto de procesos que en su camino dieron signos de alarma que no fueron tenidos en cuenta o  producto de la presión que ejerce la acumulación de situaciones no abordadas a tiempo o en forma adecuada.

En este marco de complejidad creciente es necesario tener una actitud pro activa desde todos los niveles del sistema educativo promoviendo la convivencia en lo cotidiano y contando con herramientas como la negociación y la  mediación que  pueden aportar a las instituciones estrategias  de prevención y gestión de conflictos que amplíen aquellas que las mismas a diario utilizan en pos de una mejora del clima institucional y del aula  y por ende,  de la calidad de la educación.

DANIEL F. MARTINEZ ZAMPA
Profesor en Ciencias Jurídicas.
Mediador- Abogado
MAGÍSTER EN ADM. Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS.

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