Autor: Dr. Rubén Alberto Calcaterra

Abogado, Mediador, Titular de la Cátedra de Negociación, Mediación y Resolución de Conflictos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo, Director del Instituto de Administración, Prevención y Resolución de Conflictos del Colegio de Abogados de San Isidro.

Fundación CEMFA Email:cemfa@infovía.com.ar

1.- Introducción

La primavera italiana de 1989 marcó el comienzo de un proceso de investigación en materia de Resolución de Conflictos, cuyos desarrollos vieron la luz en Barcelona, España, a comienzos de este año 2002[1], con la formulación del modelo estratégico.

Como toda construcción científica que aspiraba y aspira a otorgarle un campo propio a lo que todavía se presenta como una práctica novedosa, ese proceso de investigación demandó la apropiación de saberes provenientes de diferentes campos y la necesidad de superar la dificultad inicial e inevitable de la carencia de la práctica misma en términos cualitativos y cuantitativos suficientes[2].

Es decir, fue necesario superar la limitación que se produce cuando la práctica es todavía insuficiente para informar a la teoría, cuya ausencia, a su vez, provoca el desarrollo de una práctica sin leyes que la gobiernen.

Afortunadamente, obras como la Teoría de Conflictos desarrollada en el País por el profesor Remo F. Entelman[3], de base incuestionablemente científica, así como las modernas teorías construccionistas de la comunicación[4], del conocimiento[5], del self[6] y del Caos[7], apoyadas por la cibernética[8] y el pensamiento complejo[9], las teorías de la información[10], de las percepciones[11] y de los juegos[12], y de los principios de las nuevas visiones de la negociación[13], me permitieron construir un edificio teórico que guiaron una práctica que dejó de ser intuitiva para devolver una generosa información a la teoría, superando la limitación y permitiendo, así, la conformación de un modelo que integra los postulados de sus colegas de la Escuela de Harvard[14], del Circular Narrativo[15] y del Transformativo[16], sin ser ninguno de ellos.

Sin embargo, desde los primeros pasos en la investigación, cuando sostenía que uno de los métodos de resolución de conflictos, la mediación, era todavía una metáfora cuyo contenido y práctica constituían contextos a construir[17], pasando por el largo camino que culminó con la publicación de la obra citada en la nota 1 y a pesar de los importantes avances de que ella da cuenta, pienso que todavía se está en los albores de esa tarea.

Mi intención es, entonces, compartir con los interesados en el abordaje estratégico los supuestos básicos que guiaron buena parte de la investigación, los cuestionamientos que planteó en el proceso de construcción y los desafíos e interrogantes que el modelo deja para la reflexión y el debate superadores del estado actual de varias cuestiones.

2.- Supuestos.

El modelo estratégico sostiene que el proceso de mediación es un proceso político a nivel micro, porque se ocupa del poder y tiene una ideología.

Este modelo supone que todo proceso social comprende varias realidades, mantiene un foco permanente en los patrones de interacción, trabaja a partir de las narrativas de las partes y con un diseño cuya estrategia es la legitimación de todas las historias.

El operador es, esencialmente, un agente de cambio que interactúa con las partes en un medio complejo, una de cuyas características es la incertidumbre.

3.- Cuestionamientos.

Trabajar a partir de los supuestos que hemos citado ha demandado cuestionar los modelos tradicionales.

Desde la Teoría del Conflicto, el modelo ha desestimado las opiniones que presentaban al conflicto como una patología social, como un producto de la diferencia de intereses que, a su vez, es la que mantiene la diversidad y promueve el bienestar de los sistemas sociales. Desde esta perspectiva, se pensaba que el cambio en los conflictos era generado por la descomposición de los problemas, la distribución de los recursos y la división de las responsabilidades.

Contrariamente a ello, he acordado con la perspectiva que destaca el rol positivo del conflicto como motor del cambio, sosteniendo que no son las diferencias las que produce las disputas, sino recién cuando esas diferencias se presentan como excluyentes.

En la teoría tradicional de resolución de conflictos, se sostenía que los conflictos son la consecuencia de la mala comunicación; es decir, por extensión, que la comunicación era fuente de problemas. Esta postura, unida a la ya citada idea que la diversidad era también productora de conflictos, llevaba a los operadores a trabajar para reducir las diferencias. El punto de partida para operar así, estaba dado por la perspectiva que el lenguaje es una herramienta para representar al mundo, es decir, que la función del lenguaje es solo descriptiva de la realidad.

El cuestionamiento parte de acordar con el supuesto de atribuirle al lenguaje una capacidad productiva positiva que hace que sea constitutivo de la realidad, o sea, que el lenguaje no solo representa sino que construye el mundo.

También, desde una concepción distinta de las diferencias, porque el enfoque estratégico sostiene que son ellas las que le dan la información para trabajar las historias. Es un salto desde la lógica lineal que toma al conflicto como la consecuencia de una causa, hacia una lógica circular que concibe a la consecuencia como causa que, a su vez, provocará nuevas consecuencias y así en forma sucesiva.

Se permite así la construcción de historias en las que todos se encuentren legitimados, es decir, donde todos puedan hablar desde posiciones positivas, donde se pueda responsabilizar sin culpar.

Finalmente, la construcción del modelo incluyó el cuestionamiento al dogma central de la ciencia física clásica, que concebía un mundo perfecto cuya perfección provenía de la concepción divina.

El determinismo de Laplace sacó a Dios del mundo pero le dejó a éste el atributo de la perfección, a través de un mecanicismo que concibió el mundo como una máquina perfecta donde no había espacio para el desorden.

La Teoría del Caos y la hipótesis de la dispersión, o sea, el origen del mundo a partir de una deflagración original, introducen la dialógica del orden y del desorden que ha tenido una gran influencia en la investigación de la organización y el funcionamiento de los sistemas, entre ellos el de nuestro objeto, esto es, los sistemas de resolución de conflictos.

4.- Cuestiones.

 4.1.- Los filósofos pre – socráticos ya anticiparon, en el siglo VI a. C, el problema inherente a la teoría occidental del conocimiento: si este debe ser la representación de una realidad independiente del observador, uno nunca es capaz de saber si el conocimiento que adquiere es realmente cierto. Esto, porque el proceso de conocer encierra una paradoja insuperable: cómo se hace para verificar si lo que se conoce es o no verdadero cuando para ello habrá que hacer las mismas operaciones que se hicieron para conocer. No existe posibilidad alguna de comparación.

Heinz von Foerster advirtió hace treinta años, en observaciones que más cercanamente ha corroborado Humberto Maturana en sus investigaciones sobre la televisión a color, que todas las señales enviadas desde los elementos sensoriales a la corteza cerebral, son todos iguales y que la diferenciación se produce en el ámbito de la corteza.

En consecuencia, mientras por una parte carece de fundamento afirmar que distinguimos unas cosas de otras por la información que proviene del llamado mundo externo al observador, por la otra significa que cada persona percibe el mundo de manera diferente.

 Se trata aquí, entonces, de interrogar al modelo acerca de cómo abordar las diferencias, teniendo en cuenta que, en este contexto, la pregunta sobre quién tiene razón, simplemente no se puede formular.

4.2.- En cuanto el operador participa de la naturaleza humana de las partes en conflicto, también compartirá la función de distinguir la información de los mundos que ellos le traen en el nivel de su corteza cerebral, circunstancia que lo coloca a él también “viendo las cosas a su manera”.

La cuestión abarca aspectos éticos y de formación del mediador.

La reflexión será aquí acerca de las previsiones que el modelo ha adoptado para poner al mediador a salvo de su propio self y de las recomendaciones que efectúa sobre los aspectos de su formación, que le impone atender a su desarrollo personal.

4.3.- Si el modelo afirma que la cuestión no pasa por eliminar las diferencias y cuestiona la lógica lineal adoptando una lógica circular que se aleja de las mismisidades para trabajar con las diferencias y también afirma que el mediador se incorpora e integra el sistema con las partes, la reflexión aquí sería acerca de los criterios que utiliza para compatibilizar esos mundos y cuáles son los límites de expresión de las diferencias que el mediador tenga con las decisiones de las partes.

4.4.- Si el modelo ha privilegiado la orientación sistémica y ha insistido en la influencia de la dialógica del orden y del desorden en la organización y funcionamiento de los sistemas; si, también, ha definido al proceso de resolución de conflictos como un proceso político aunque más no sea a nivel micro y, finalmente, ha introducido la epistemología de la complejidad en sus desarrollos, resulta pertinente hablar aquí de una ecología de la política, lo que lleva a enunciar el principio ecológico de la acción que dice que “la acción escapa a la voluntad del actor político para entrar en el juego de las interacciones del conjunto de la sociedad.

Resulta obvio que, frente a este principio, no se puede ya construir modelos de intervención sobre la base de los programas, porque ellos sirven en tanto que no se modifiquen las condiciones circundantes.

La reflexión final será, entonces: ¿Es el modelo estratégico, en consecuencia, la respuesta que mejor se adecua a estos tiempos?

 

[1] CALCATERRA, R. A. ““Mediación Estratégica”, Editorial Gedisa, Barcelona, España, abril de 2002.
[2] CRITTO, A. “El método científico en las ciencias sociales”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1982.
[3] ENTELMAN, Remo F., “Teoría de Conflictos”, Editorial Gedisa, Barcelona, España, marzo de 2002.
[4] PIERCE, W. B. “Nuevos modelos y metáforas comunicacionales: el pasaje de la teoría a la praxis, del objetivismo al construccionismo social y de la representación a la reflexividad” en “Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1994.
[5] Von GLASERSFELD, E. “La construcción del conocimiento” en “Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1994.
[6] GOOLISHIAN, H. Y ANDERSON, H. “Narrativa y Self. Algunos dilemas posmodernos de la psicoterapia”, en “Nuevos Paradigmas, Cultura y Subjetividad”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina, 1994.
[7] PRYGOGINE, I. y STENGERS, I. “Order Out of Chaos: Man´s New Dialogue with Nature”, Nueva York: Bantam, 1984.
[8] BATESON, G., “Estilo, Gracia e Información en el Arte Primitivo” y “La Epistemología de la Cibernética” en “Pasos para una ecología de la mente”, Editorial Planeta Argentina SAIC en coedición con Carlos Lohlé SA, Buenos Aires, Argentina, 1991.
[9] MORIN, E. “Introducción al pensamiento complejo”, Editorial Gedisa, Barcelona, España, 1995.
[10] SHANNON, C. “The mathematical theory of communication”, Bell System Technical Journal, EEUU, 1948; WEABER, W. “La Teoría Matemática de la Comunicación”, en A.G. Smith (Comp.), “Comunicación y Cultura”, Nueva Visión, Buenos Aires, Argentina, 1972.
[11] VERNON, M.D., “Psicología de la Percepción”, Ediciones Hormé , Buenos Aires, Argentina, 1973.
[12] DAVIS, Morton D. “Teoría del Juego”. Alianza Editorial, Madrid, España, 1971.
[13] FONT BARROT, A. “Negociaciones. Entre la cooperación y el conflicto”, Editorial Grojalbo, Barcelona, España, 1997.
[14] FISCHER, R y URY, W. “¡Sí … de acuerdo! Cómo negociar sin ceder”, Editorial Norma, Bogotá, Colombia, 1985.
[15] COBB, S., MILLER, J. y RIFKIN, J. “Toward a New Discourse for Mediation: A Critique of Neutrality, en “The Social Construction of Neutrality”, Santa Bárbara, California, EEUU, 1990.
[16] BARUCH BUSH, R.A – FOLGER, J.P., “La Promesa de Mediación”, Granica, Barcelona, España, 1996.
[17] CALCATERRA, R.A. “La Metáfora Mediación”, Suplemento de Resolución de Conflictos de La Ley, Buenos Aires, Argentina, 16 /12/1996.

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